MUJER, JESUCRISTO VINO A DESTRUIR
LAS OBRAS DEL DIABLO.
La historia del mundo es extensa
y realmente llena de acontecimientos que cambiaron la historia, unos para bien
y otros para mal. Desde siempre registra la vivencia y subsistencia del hombre,
muchas batallas, rebeliones y guerras por doquier. Territorios, política,
economía, tronos y reinos, muerte, poder, religión, orgullo, lucha de poder,
pobreza y riqueza, justicia e injusticias, etc...
En la historia del mundo podemos
ver que, en la batalla, unos pierden, otros ganan, unos avanzan, muchos se dan
por vencidos sin ni siquiera pelear, intimidación, oponente y sus puntos
débiles, incertidumbre, temor, unos tienen armas y no pelean, otros pelean
hasta con las manos, unos viven, otros mueren, unos atacan en silencio y otros
desatan el infierno, y por allí dicen que en la guerra y en el amor todo es
válido. Todos quieren ganar.
Entre tanto, queda lo más
mortífero, aquello que mata en silencio. Y estas son las heridas internas,
heridas simples y graves, heridas que pueden causar la muerte, las mentales,
heridas del alma y del espíritu. Heridas psicológicas y hasta la tierra y una
nación pueden ser heridas.
Cuando una herida queda abierta,
es cuestión de tiempo para que se dé a conocer y muestre los síntomas. Las
heridas siempre duelen; pueden ser superficiales, agudas, punzantes y
penetrantes, son molestas y, si no se les trata a tiempo, traerán consecuencias,
así que sanarlas llevará un tratamiento y quizás un largo y voluntario proceso
de sanidad.
Y podemos estar pensando en
personas, en Europa, en las Cruzadas, la Primera o Segunda Guerra Mundial, de
Siria, Irak, o también entre hermanos, padres e hijos, guerra por amor,
apellidos, etc.
También vamos a tomar en cuenta
las armas; entre las más antiguas, hachas, piedras, espadas, lanzas, flechas,
entre otras, y en las más modernas están las nucleares, balas, bombas, misiles,
y la más poderosa es la guerra de palabras y la amenaza psicológica.
Y después de todo, ahora lo que
realmente quiero decirles es que todo se originó en el mundo espiritual. Dice
un dicho que para pelear se necesitan dos, y una discordia en cuestión, una
inconformidad, un poder, un trono, un mando, un territorio, un pueblo, un
deseo, un ideal, un gobierno, y a fin de cuentas son dos que no están de
acuerdo o es uno que desea lo que otro tiene; también puede ser alguien que
anhela poder. Un levantamiento, una
defensa, una trivialidad.
Hebreos 11:3: "Por la fe
entendemos haber sido constituidos el universo por la palabra de Dios, de modo
que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía"
La primera batalla y el primer
golpe de Estado se originaron en el cielo; se entiende que Satanás, en rebelión
contra su Creador y Dios, queriendo usurpar una posición que no le
correspondía, deseando en su corazón ser semejante al Altísimo, empezó a soñar
con sentarse en el trono de Dios y tener su misma autoridad, poseer y gobernar
la creación; él se levantó e intentó suplantar al mismo Dios.
La palabra nos da algunas
referencias de lo que realmente pudo haber sucedido, y nos muestra un símil de
quién pudo haber sido Satanás. En un pasaje de Ezequiel 28 se le muestra como
un "hermoso querubín protector", era perfecto en sus caminos, pero se
halló iniquidad en él y se llenó de violencia y pecó y fue expulsado del monte
de Dios; su hermosura enalteció su corazón. Y en otra escritura del libro de
Isaías se le llama "Lucero de la mañana" y, entre otras cosas, él
dijo en su corazón: "Subiré sobre las alturas de las nubes, y me haré
semejante al Altísimo".
Unido a esto, es importante
señalar que los ángeles tienen voluntad propia; ellos pueden decidir, y en
medio de su pecado, belleza, su jerarquía y su servicio a Dios, se corrompió su
corazón y empezó a desarrollar orgullo y maldad; quería sentarse en el Trono de
Dios, es por ello que hizo su plan y armó su ejército con diferentes jerarquías
de ángeles que estaban a su alrededor, servidores de Dios, y estos decidieron
seguirlo en su plan; en ellos también había maldad y no tenían temor ni honra a
Dios, por eso siguieron el malvado plan de Satanás. Luego, al ser descubiertos
por su Creador, fueron echados fuera por el mismo Dios, y aquel que era luz se
convirtió en maldad y tinieblas. Cristo llama a Satanás "padre de mentira
y homicida". Este es, en parte según estudios teológicos, lo que parte de
la iglesia de Cristo cree que sucedió con Satanás, llamado diablo, dragón y
serpiente antigua.
Creo que es bastante claro que de
la misma forma pasa en la tierra; es el mismo Satanás enfurecido con Dios y su
creación quien incita a los hombres a la guerra, a la muerte, por poder, por
territorio, y hasta por tonterías. El orgullo y la soberbia de Satanás siempre
han contaminado a los hombres por su pecado y por su corazón alejado de Dios;
creen ser dioses, y esa es la misma imagen de lo que él deseó en el cielo y lo
que no pudo lograr ante Dios; entonces él incita a los hombres para que se
hagan entre ellos lo que él no pudo lograr en el cielo.
Su venganza viene en contra de
los que fueron hechos a imagen y semejanza de Dios, en contra del pueblo
escogido del Señor, de sus hijos, de su iglesia, de aquellos a quienes Dios sí
le perdonó su pecado y les dio una nueva oportunidad al ser justificados por
Jesucristo, aquel que vino a buscar lo que se había perdido.
Efesios 6:12 Porque no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes.
Tenemos una guerra constante, que
no es con balas y bombas; está diseñada en el mundo espiritual, y es más grande
que cualquier otra. Estas guerras no son cara a cara; mayormente es bajo engaño
y es principalmente por las almas. El ataque es espiritual; son seres malvados
que no vemos, es el padre de la mentira, un estratega y asesino; no hay
misericordia en él y está lleno de maldad; su fin siempre será destruir la
creación de Dios.
1 Juan 3:8: "Pero el Hijo de
Dios vino a destruir las obras del diablo". A Dios sea la gloria, porque
envió a su Hijo Único Jesucristo, Quien destruyó y desarmó al enemigo en la
Cruz y nos perdonó nuestros pecados, pago nuestra deuda ante Dios, destruyo
toda acta de decretos que nos era contraría, nos sacó de las tinieblas a su
preciosa luz, nos dio vida nueva porque estábamos muertos en delitos y pecados,
encadenados al mal y a la maldición, Jesús le da salvación a todo aquel que en
él cree, nuestro estatus espiritual cambió por él, y no te voy a decir que no
vamos a ver más guerras, ni tendremos ningún conflicto, ahora tenemos a un
enemigo, pero si te puedo asegurar que en las manos de Jesucristo estamos a
salvo y tendremos paz aún en medio de la tormenta, como también una esperanza
de vida. Ya Jesucristo ganó la guerra y nos dio la victoria.
Tenemos con nosotros la presencia
del Espíritu Santo y es él quien nos guiará a toda verdad y nos guardará en
medio de la prueba; con él venceremos todas las artimañas del diablo que vengan
en contra de nosotros. Jesucristo de Nazaret, el Hijo de Dios, vino a la tierra
como un ser humano más, nacido de una mujer; es la imagen de Dios mismo, tuvo
vestidura humana, y él vino para rescatarnos de las garras y del odio del
maligno, del acusador, del que roba, mata y destruye.
Jesucristo vino a destruir las
obras del diablo; él quiere y puede librarnos de la guerra con el pecado y
puede sanar todas las heridas que este nos ha producido en la vida. Puede sanar
nuestra tierra, dar paz a las naciones, terminar con las guerras, reconciliando
al hombre con Dios.
El mundo siempre tendrá sus
diferencias; la historia está escrita, las guerras no acabarán. El príncipe de
este mundo, aunque vencido por Jesucristo, anda suelto; nos toca a nosotros, en
voluntad propia, apegarnos a Cristo para ser libres y liberar a nuestra
generación del infierno, así que, confiados en el Padre, permitamos que Cristo
reine en nuestro corazón. Dios nos dejó
las mejores y más poderosas armas de guerra, y son para vencer cada ataque de
nuestro adversario, así que primeramente tenemos su poderosa palabra, la fe que
agrada a Dios, la oración, la comunión diaria con él, la adoración y la
alabanza, el ayuno, la armadura de Dios y todas sus poderosas promesas.
También tenemos la presencia del
precioso Espíritu Santo de Dios con nosotros, estamos marcados con la sangre
preciosa de Cristo, hay ángeles que nos acompañan y nos defienden, y nos ha
delegado autoridad y poder para guerrear, hacer la obra y para mantenernos
firmes en la verdad, perseverando cada día hasta correr la carrera que tenemos
por delante y llegar a la meta, palabras dichas por el apóstol Pablo. Con
Cristo y en Cristo hemos ganado la guerra espiritual más grande y hemos
obtenido un triunfo eterno sin comparación alguna. Gracias a sus méritos ante
el Padre Celestial, Jesús nos dio vida nueva; nos debemos a él y somos para él;
le alabaremos por siempre en gratitud y gran amor. ¡Aleluya!
No te dejes engañar por el
enemigo; él no es un mito, es real. Aaaah, pero mi amado Señor Jesucristo es
más real que todo, Príncipe de paz, magnífico, perfecto, lleno de amor y de
verdad. Él te llena a plenitud y te hace más que vencedor; pídele que entre a
tu corazón y te perdone y te guíe y sea parte de tu vida. Jesucristo, nuestro
vencedor y más grande héroe. Él nos ama con amor eterno. 💓
Efesios 6:13 Por tanto, tomad
toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo
acabado todo, estar firmes.