sábado, 7 de noviembre de 2015

IDENTIDAD EN CRISTO

2 Corintios 5:17 "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas"

Todos los seres humanos tenemos una identidad que nos define: nuestra manera de comportarnos, lo que hacemos, cómo vestimos, pensamos, las cosas que seguimos, lo que nos ha formado intelectualmente y nuestra forma de hablar, entre otras muchas cosas.

Lo que nos fue enseñado por nuestros padres desde la niñez, la cultura, la religión. Todo esto nos identifica y nos describe, dándonos así una identidad personal. La forma en que nos conducimos habla a otros sobre nosotros, e incluso una cultura es identificada con solo ver los rasgos, patrones que sigue un grupo, un pueblo o una persona. Veamos el concepto de identidad: Conjunto de rasgos o características de una persona o cosa que permiten distinguirla de otras en un conjunto.

En estos tiempos, nosotros hemos sido invadidos en todo el mundo, para que seamos como, o sigamos a...  Invitándonos incesantemente a ser imitadores de cantantes, actrices, actores, deportistas, políticos, modelos, gente de sociedad, etc. Los medios de comunicación nos invitan a ser, a vivir y a conducirnos como estos personajes que están de moda, haciendo que muchas personas echen su identidad propia a un lado, para tratar de ser quienes realmente no son; intentando vivir la vida de otros.

La mayoría de los jóvenes de hoy en día están tan confundidos y no tienen idea de quiénes son. La mayoría de las mujeres quieren ser y vivir como fulana de tal. La chica de moda del momento. Muchas se han entregado sin poder y sin tener a las cirugías que les invitan día a día a ser "chicas perfectas", se visten con ropas que, aunque no les quedan bien, están de moda.

Hombres, mujeres, jóvenes y niños están distraídos buscando cada semana a quién quieren parecerse. Los psicólogos llaman a esto "crisis de identidad". Esto es terrible; pareciera tonto, pero es más serio de lo que nos imaginamos. Nuestra identidad es robada día a día por la presión del mundo y sus intereses vacíos y cambiantes, que son semana tras semana una oferta de fraude, para todos los que compran este molde barato y fácil de romper. Esto, sin entrar en detalles sobre la confusión de la identidad sexual. Estos patrones, externamente, dan un mensaje de felicidad; pero solo Dios sabe el vacío espiritual y existencial que estas personas viven.

Todos, alguna vez, hemos visto personas que se ven frágiles, inseguras, temerosas, nerviosas, con la cabeza gacha, la mirada perdida. Les cuesta hablar con otras personas. Todos estos rasgos pueden tener una profunda raíz en no haber tenido nunca un patrón seguro y firme de identidad a seguir. Cada individuo es importante, tiene su valor, su misión y propósito en la vida.

Jesucristo vino a buscar lo que se había perdido y la humanidad está completamente perdida en los afanes de este mundo pasajero, que cada vez da más y más señales del fin. Lucas 19:10: "Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido".

Cuando una persona recibe a Cristo como su Señor y su único Salvador, el Espíritu Santo de Dios que empieza a morar en su vida le da la identidad de ¡Hijo de Dios! Jesús es nuestro modelo a seguir como nuestro hermano mayor. Maestro de maestros, con una moralidad intachable, con principios de vida en cuanto a la conducción de una persona. Como hijas, como madres, como esposas, en la comunidad, como profesionales, somos importantes para Dios. Jesucristo trabaja en nuestro espíritu y desde nuestro espíritu; es por ello que la identidad no sale de la ropa, del dinero o de los bienes materiales, sale de una relación personal, espíritu con Espíritu, con tu creador Jehová.

El mundo nos guía desde nuestra carne, necesidades y según nuestros deseos egoístas: "Yo" y más nadie. Y si estás torcido y confundido, el mundo te dice que estás bien. Pero cuando Jesucristo llega a nuestras vidas, nos da una identidad plena, y nos hace aceptarnos en nuestro diseño original; nos da la paz de tener a ese Padre bueno desde las alturas cuidándonos y amándonos. Esa relación nos da una completa y firme seguridad, y ya nuestro comportamiento no va a ser según el vecino o el cantante más famoso, sino según lo que Dios depositó en nosotros y según lo que dice que somos para él.

Nuestra identidad NO debe salir según la sociedad, o según sean nuestros padres, según el qué dirán, según la farándula, o según una religión. La verdadera y más grande identidad de una persona debe salir de lo que Dios hizo, ha dicho y dice de nosotras.

El mundo cada vez está más loco, no va para mejor, sino para peor.  Cristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y está listo para darte la seguridad personal que tanto necesitas, para que seas luz y deseches todas las tinieblas y la falsedad de tu vida. En Él soy hija de Dios. Cuando tienes en tu corazón al Rey de Reyes, tienes una mentalidad de Reino y quieres y deseas complacer y conducirte como el Rey manda, siguiendo a cada paso sus estatutos y mandamientos. Ya basta de seguir las tendencias erróneas que nos da el mundo para mantenernos distraídas y darnos una falsa seguridad en sí mismas, o en la vida de aquel hombre o mujer lleno de problemas que también necesita de un toque de Dios. No temas y entrégale tu corazón a Jesucristo y pon tu identidad en el Hijo de Dios y serás transformada y afirmada en todas las áreas de tu vida.

Satanás le ha robado la identidad a los seres humanos como hijos de Dios; pero Jesucristo vino y lo venció en la cruz del calvario y resucitó al tercer día para darte el privilegio a ti, que lees, de ser llamada nuevamente ¡Hija de Dios!, hecha a su imagen y semejanza. Naciste para darle gloria, honra y alabanza a tu Dios.

Mujer, para Dios eres más valiosa que las piedras preciosas, eres la niña de sus ojos, una princesa. Real sacerdocio, nación santa, eres escogida por Dios para grandes obras. Eres única, un diseño exclusivo de Dios, hija amada, ¡LIBRE EN CRISTO! Coheredera en Cristo. Eres luz, sal de la tierra. Embajadora de Dios para el mundo. Ungida del cielo. Vales la sangre derramada del Hijo de Dios. Eres templo de su Santo Espíritu. Escogida, ayudadora, valiosa.

Tú eres una mujer de gran virtud y estima para Dios, quien te ama con amor eterno y te ofrece vida en abundancia por medio de su Hijo Jesús. Tu gran valor está en Cristo, no en el mundo.


Gálatas 4:7 "Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo"

Toca el enlace y sigue leyendo: El Bien y la Misericordia me Seguirán




4 comentarios:

  1. Palabra de Dios, que hace la diferemcia en lo que creer ser y en ser realmente.. Dios te ha dado identidad como una hija de Dios!!!

    Dios te bendiga

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  2. Amen como la palabra de Dios me confronta también me consuela y me da la seguridad x que soy su hija no soy cualquier cosa

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  3. Hermosa gracias por compartir este hermoso tema con nosotros

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  4. Gracias x la palabra. Es de mucha ayuda como mujeres EMPODERADAS. Tenemos identidad en Cristo Jesús. Bendiciones

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