Es poderoso leer a un Jesús lleno
de poder en los evangelios. Un Jesús que anhelaba la libertad y el bienestar de
su prójimo. Los evangelios están llenos de los milagros, sanidades, prodigios y
liberaciones que Jesús le hacía al pueblo. Miles fueron los testigos oculares
de su ministerio sobrenatural como el Hijo de Dios.
En las multitudes que le seguían
podemos ver que había gente de fe, que decían: ¡Este es el Cristo que tanto
esperábamos! ¡Nadie ha hecho lo que él hace! El gentío se impactaba de su
autoridad y de sus enseñanzas; Jesús mostró ser todo un “Maestro" al
servicio de hombres, mujeres y niños. Su presencia no podía pasar desapercibida
en ningún lugar que llegara.
Tanto incrédulos, religiosos,
opositores y mirones que, más que aportar y alegrarse por sus maravillas, eran
piedra de tropiezo para los milagros y para que muchos no creyeran lo que
pasaba ante sus ojos. Los sordos escuchaban, los ciegos veían, los leprosos se
sanaban, los dolores se iban, los oprimidos por demonios eran liberados. El amor de Dios se manifiesta por medio de
Jesús de Nazaret, quien vino a dar esperanza y vino a salvar lo que se había
perdido.
Todo sucedió ante los ojos del
pueblo; sin embargo, muchos no creían, se oponían y criticaban a Jesucristo y
luego a sus discípulos. Y no estamos muy lejos de esto; hoy muchos son
incrédulos, critican, no creen en milagros, son religiosos y se oponen a la
voluntad y a la obra milagrosa del Señor para su iglesia. Lo ven como parte de
la historia, pero no como parte activa del presente por medio de la presencia
del Espíritu Santo en la iglesia de Cristo. Marcos 9:23 "Y Jesús le dijo:
Si puedes creer, al que cree todo le es posible".
Yo soy testigo del poder sanador de Jesucristo; su mano poderosa y milagrosa no se ha acortado. Él me ha libertado y me ha sanado en varias ocasiones de diferentes enfermedades, por eso hablo de su poder y de su amor. Si estás sufriendo y cargando con una enfermedad, una opresión, un dolor, una fiebre, estás al borde de la muerte, lo que sea que tengas, si lo crees y pones toda tu confianza en el Señor Jesucristo, él puede sanarte, libertarte, hacerte un milagro, quitarte esa carga pesada.
Este pasaje de la mujer encorvada me impacta, porque mientras la mujer del flujo de sangre se arriesgó a todo y fue y tocó el borde del manto de Jesús y arrebató su milagro, esta mujer encorvada solo estaba en el lugar correcto, a la hora correcta, en un sitio que era mayormente visitado por hombres. "La Sinagoga". En esta época, por cuestiones culturales, los hombres no hablaban con las mujeres; sin embargo, Jesús se sale de ese parámetro y rompe la cultura, aun cuando sabía que se exponía a las críticas y hasta a la agresión de los fariseos y religiosos de la época, quienes estaban en la sinagoga.
Quizás por eso esta mujer llama
su atención; las escrituras dicen:
"Y Jesús la vio..." Pero no solo la vio, sino que "la
llamó" Esta mujer no tuvo que abrir su boca, ni pedirle nada, solo obedeció
a su voz y fue a él, sin saber ni entender para qué la llamaba. Jesús, por su
amor, su compasión y por su infinita misericordia, le dice lo que quizás nadie,
ni ella misma, se esperaba: "Mujer eres libre de tu enfermedad"
Luego, la tocó, colocando sus
manos sobre ella, y poder salió de él, porque ella fue sana en esa misma hora.
Ella se endereza y es completamente libre de la esclavitud de la enfermedad que
llevaba desde hacía 18 años. Fue libre de toda opresión del enemigo. Fue libre
del pasado, del juicio, de las burlas y críticas. Fue libre para seguir a
Cristo y para glorificar y exaltar al Altísimo Dios. ¡Qué maravilloso es el Señor Jesucristo!
Mujer: Jesucristo está listo para
entrar en tu vida y decirte: ¡Mujer, eres libre de tu enfermedad! La sanidad
divina es real. Esta mujer estaba en el
templo buscando la presencia de Dios.
Debes tener en cuenta que, hay enfermedades por causa del pecado, maldiciones hereditarias, opresiones demoníacas. Hechizos, enfermedades y dolores por descuido. Desórdenes alimenticios, etc. Pídele al Señor que te purifique y sane tu corazón, tus pensamientos, tu alma, que trate contigo y tendrás el camino libre y la entrada de tu milagro en tu cuerpo.
A mí me pasó, como la mujer encorvada. Jesús me vio, y me sanó, la
verdad, yo no entendía nada, no sabía de este poder de Jesús para sanar. Tan solo tenía un
mes de ir a la iglesia, varias enfermedadesdel alma habían desaparecido. A través del
tiempo he tenido que clamar por otros milagros y he visto la mano poderosa y sanadora del Señor Jesucristo obrar a mi favor y en
mi vida. Él sustenta mi cuerpo; aun cuando visite al médico, mi confianza está
en Jesús.
Jesús quiere sanarte; ninguna enfermedad, ningún demonio y ninguna situación natural puede ignorar el poder y las palabras de Dios. Tu fe en el Jesucristo vivo que desea hacerte libre y ver sano a su pueblo. "Por su llaga hemos sido sanados". "Clama a mí y yo te responderé" No sé cuál sea tu situación, solo clama y cree que Dios vendrá a tu rescate, no te canses, no desmayes, sigue creyendo y sigue clamando, porque él oye tu clamor y ya todas las enfermedades fueron vencidas en la Cruz del Calvario. En el nombre de Cristo Jesús... ¡Amén! 8:7 "Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré"




















