sábado, 13 de noviembre de 2021

SANTIFICADOS EN LA VERDAD

Juan 17:17 "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad" 

Este es el momento en que Jesús hace una extensa oración intercesora ante el Padre por sí mismo, y por sus amados discípulos, para él venía la hora de su arresto y su crucifixión y para los discípulos la persecución, el miedo, la separación, una transición confusa, en medio de la muerte anunciada de su Maestro y Mesías; estos eran aquellos discípulos que habían decidido seguirle años antes en medio de las preguntas, de la convicción, de la fe, de las confusiones, de las pruebas, de los tumultos, críticas y de las persecuciones, milagros, y prodigios, sabiduría y autoridad, incredulidad, verdades confusas, verdades claras, verdades eternas, una verdad que vive, revelaciones del Padre, revelaciones de un Reino, estos hombres comunes habían decidido creer en Jesús y seguir a  Jesús reconociéndolo como el Mesías prometido por Dios, este era el Hijo de Dios que vino a buscar lo que se había perdido, quien iba a reinar, quien los sacaría y los defendería del yugo de los hombres y del yugo del pecado, estos eran aquellos hombres comunes, normales, de diferentes estatus, parte de un pueblo, con familias, jóvenes, maduros, incrédulos y religiosos, hombres que vivían en la ley, y que ahora se les develaba la gracia redentora y divina de Dios, personajes que estaban viviendo el día a día de sus vidas, estos fueron aquellos valientes hombres que siguieron a Jesús y fueron  parte de la historia de Emanuel aquí en la tierra "Dios con nosotros".

Esta quizás parecía una oración mas de Jesús por ellos ante el Padre Celestial, pero realmente se estaba preparando para lo que venía, él sabía que se acercaba la hora de su arresto, venía el momento cumbre de la obra que él había venido a hacer aquí en la tierra, no había un después, o un más tarde, o un mañana para interceder por sus discípulos y por si mismo, este era el presente perfecto para fijar sus ojos al cielo, dirigirse al Padre y decir: "Padre, la hora a llegado" darle las gracias por su amor, por su respaldo, por permitirle honrarlo y glorificarlo ante los hombres, y por el Padre glorificarlo a él en la cruz y en la resurrección, por proclamar su soberana voluntad, y sus verdades eternas, la palabra de verdad que el Padre le había dado para su creación, para la preservación de la vida, por exaltar su nombre, era como un pequeño recorderis de su plan en su paso por la tierra, el sabía que los dejaría pronto, ya la obra se acercaba a su fin, "cuando estaba con ellos en el mundo yo los guardaba en tu nombre" "Guárdalos del mal" estas eran  las palabras de amor de un padre, de un hermano, de un Dios que ama celosamente y que por nada del mundo va a dejar desamparado a sus hijos, Jesús clamaba ante Dios para que ellos vivieran en su amparo y en perfecta unidad  "Para que todos sean uno: como tú, oh Padre, en mi, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros" Amén.

Definitivamente Dios nunca nos a desamparado y nunca nos desamparará, en esta oración de Juan 17 vemos el amor y el cuidado de Jesús por sus discípulos, nos revela su corazón, su protección "Yo ruego por ellos, por los que me diste" Santifícalos en tu verdad, el ambiente ante esta oración es íntimo, el Padre y el Hijo, el Hijo ante el Padre con una acción de gracias, un ruego, un envío y una petición que abarca el presente, el futuro y la eternidad.

Dios siempre piensa en todo, y así como a ellos, ya Jesús anteriormente les había entregado la promesa de la venida del Espíritu Santo, haciéndoles saber que nunca los dejaría huérfanos, ni solos, ni desamparados, el Espíritu Santo, el Consolador, estaría en ellos y moraría con ellos, y la verdad de está oración y de está promesa todavía está vigente "Jesús dijo: Mis palabras son espíritu y son vida" "Jesús es la verdad" " El Consolador vendrá a Vosotros" Todos sus ruegos por nosotros ante el Padre están activos en la palabra, el Espíritu de Verdad estaría con ellos, y la mejor noticia es que está con nosotros hoy, y es el Espíritu Santo quien nos santifica y nos lava en la preciosa y poderosa palabra de verdad de Jesucristo.

 Santificación es lo que es santo, apartado, separado y consagrado. Y aunque en el Antiguo Pacto santificarse era como un ritual, tendemos a creer hoy que religiosamente nos podemos santificar con ropa, actitudes, posturas, palabras, etc. Realmente Jesús en el Nuevo Pacto por causa de él, de su obra, su verdad hablada y escrita, su perdón y su Sangre que nos santifican, él es la verdad viviente y su palabra de verdad son las que nos santifican, nos consagra, nos corrige, nos confronta, nos limpia, nos bendice, nos demanda ser hacedores de su palabra, nos muestra el corazón de Dios, su plan para la humanidad, nos enseña nuestra nueva identidad de hijos y nuestra nueva naturaleza, nos da promesas, nos delega autoridad natural y espiritual y nos enseña a cómo combatir a nuestros enemigos, somos purificados, tenemos el sello y la guía del Espíritu Santo y el perdón de nuestros pecados por causa de su Sangre preciosa que fue esparcida sobre nuestras vidas. Y es que cuando decidimos creer en Jesús y seguirle nos apartamos del pecado, nos consagramos a vivir para él, y somos santificados por medio de la fe en sus promesas, por la comunión y la relación que diariamente mantenemos con nuestro Señor. Su palabra nos transforma y nos dimensiona, abre nuestro entendimiento, nos da sabiduría, inteligencia, conocimiento y nos revela verdades espirituales. Muchos hombres de Dios creen que aunque Jesús nos santifica inmediatamente nosotros vamos en un proceso de santificación, es una actitud y reverencia que comienza desde nuestro interior al decidir creer en Jesús y dejarse tratar por el Espíritu para ser limpiados ya que portamos el linaje de ser hijos de Dios.

Jesucristo se santifica a sí mismo y santifica a los suyos. "Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad" Todo desciende y sale de él, Jesús es la fuente de la verdad que nos santifica y nos separa para su gloria, él nos capacita y nos autoriza para representarlo y ser parte de su cuerpo, de su iglesia. Aquellos hombres comunes, las mujeres, los niños y el pueblo que un día lo siguió, lo escuchó, y lo amó fueron santificados por él, en él y para él. Hoy nosotros los que hemos decidido seguir a Cristo en plena voluntad de nuestro entendimiento, igualmente somos hechos santos y santificados por causa de la poderosa verdad de su palabra, por obra del Espíritu que nos guía y nos recuerda toda la verdad que el Todopoderoso envió, al llevar a cabo la voluntad del Dios viviente que nos santifica, a glorificar su nombre en cada rincón de la tierra, a proclamar el año agradable del Señor, las buenas noticias, la libertad a la cual fuimos llamados, la verdad del Dios único y verdadero, el Padre, nos lleva a ser conformados y santificados a la imagen de Cristo Jesús. 

Pero si estás pensando: pues yo no tengo nada que hacer, pues la verdad es que toda la obra redentora y santificadora ya está hecha por Jesús, pero a cada uno de nosotros si nos toca hacer lo nuestro, decidir seguir a Cristo es lo primero, luego nos toca confesar ante su presencia nuestros pecados, iniquidades, maldades, malicias, debilidades, rebeldías y rebeliones delante de nuestro Señor y decidir vivir para él, decidir ya no servirle a satanás, sino a Dios, ser hacedores de su palabra, vivir ante su presencia, tomar nuestra cruz y seguirle, entregarnos por completo cada día, crucificar la carne, seguirle en las buenas y en las pruebas y en la abundancia, obedecerle, hacer su voluntad, negarse a sí mismo y ejercer el llamado para el cual él nos envió aquí a la tierra. Jesús ya hizo toda su obra completamente, le toca a usted y a mi hacer la obra que el Padre nos asignó, No me las sé todas, solo le pido que junto conmigo avance y no se de por vencido, para nadie es ni a sido fácil, así no entienda siga caminando, el Espíritu Santo está con nosotros, con Jesús usted nunca pierde, él nos ayudará y nos transformará y perfeccionará día tras día hasta que su gozo sea cumplido en nosotros. "Para que tengan mi gozo cumplido"

Hoy nosotros somos sus discípulos amados, valientes, aquellos que el mundo critica y aborrece, debemos recordar que Jesús nos dice que estamos en el mundo pero no somos de este mundo, y las obras que antes hacíamos ya no las hacemos más, y que su gran deseo y oración de ayer, es la misma de hoy, que el Padre nos guarde del mal y que seamos guardados en su nombre y que su iglesia sea "Uno" todos santificados en él, para glorificar al Padre.

"La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno"

"Como tú me enviaste al mundo, yo los he enviado al mundo"

Veremos su gloria.



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