Salmos 23:5 “Unges mi cabeza con aceite…”
Estoy segura de qué, muchas de ustedes han experimentado o han escuchado sobre ungir la cabeza. En la biblia, este acto fue meticulosamente ordenado por Dios a Moisés, para que ungiera a Aarón y a sus hijos para apartarlos para su servicio. Es entonces Aarón, la primera persona a quien se le unge la cabeza, ya que, él fue escogido como el primer sumo sacerdote del pueblo de Israel.
Esta historia está en Éxodo 29:7. La
unción con aceite tenía un profundo significado, ya que, con ella, eras consagrado,
apartado, dedicado para el servicio a Dios. Ella también simboliza la presencia
del Espíritu Santo en el creyente y la autoridad delegada por Dios para un
oficio.
David dice: “unges mi cabeza”
La cabeza en la biblia representa la identidad, el ser completo, la dignidad,
el centro de mando de una persona. Este acto era una práctica común en el
pueblo de Dios. Con ella también se marca el honor, la hospitalidad y el cuidado.
Así como, representa la bendición y el favor de Dios sobre la vida del que es
ungido. Destaca el ser escogido sobre todos para una misión, así lo muestran las
escrituras cuando los profetas ungían a los sacerdotes y a los reyes.
El aceite era preparado de una
forma específica. Dios instruyó a Moisés en Éxodo 30 para crear el
aceite de la santa unción con ingredientes específicos y proporciones exactas,
para obtener un “aceite sagrado” para ungir también lo material, como el
Tabernáculo, el arca, y todos los utensilios del templo. El aceite, como ya mencioné, es símbolo de
la presencia del Espíritu, y representa la santidad, la sanidad, la
prosperidad y la alegría. Ungir la cabeza con aceite es una señal de unción
divina, protección y respaldo sobre una persona.
David amaba a Dios y él en el
Salmo 23 nos habla de la cercanía y el cuidado que nosotros podemos tener con
Dios y la de Dios con nosotros. En el Nuevo Pacto por causa de Jesús, vemos la
unción de una forma más espiritual, somos honrados por él, bendecidos y proveídos
en todas las cosas. El Espíritu Santo nos sella, nos unge, nos bautiza y nos aparta para
buenas obras. El libro de Santiago dice que, podemos ungir a los enfermos y estos
serán sanados. Jesús, el Mesías, es el ungido de Dios. Y Juan nos dice que nosotros
tenemos la “Unción del Santo”, hemos sido consagrados y completamente
apartados para nuestro Dios. Somos sus hijos amados. Él a ungido nuestra cabeza
con su aceite santo. Suyo somos. ¡Amén!
Yubisai Suniaga
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